martes, 8 de febrero de 2011

Nuestra ODISEA!

Cuando el domingo decidimos quedarnos hasta casi la noche en el Balneario de Valle Maria, hermosísimo lugar situado en la vera izquierda (entrerriana) del Paraná, no pensámos que el lunes diluviaría como lo hizo.



Asique nos quedamos el domingo en Paraná y emprendimos con Juanito, el regreso ayer lunes a las 10 has.


Llegando a Santa Fé comenzó el diluvio!


Que no paró nunca hasta llegar a Rosario, felizmente la autopista que las une (cuesta 12$ transitarla), está en tan mal estado que el agua disimula los baches, las canaletas y en un feliz (por qué no pasó nada) acuaplanning de 150 km llegamos a La Ciudad de Rio. Donde siguió diluviando hasta casi inundarla.


Por lo que decidimos refugiarnos en casa de mi hermana Graciela por unas horas, hasta que escampara o por lo menos aflojara el aguacero.






En el interín, y luego de unos deliciosos mates tibios (Graciela calentá el agua!) y unas riquísimas milanesas a caballo con puré (gracias Mirta!) para el “nene”, y previendo que el reingreso a Arroyo del Medio sería un tanto barroso por los milímetros caídos y el camino “de tierra” removido por las maquinas de vialidad el jueves… decidí “alquirir” unas cadenas para barro y así poder entrar con nuestra veterna pick up (que con sus 18 años prestame aún buenos y nobles servicios!)


No fue fácil encontrar quien nos la vendira…pero luego de “itinerar” un buen rato las conseguimos marca “TRES aB” (alemanas Buenas, Bointas y Baratas!).






Cumplidos que fueron los 63 km y medio, procedimos a montar las cadenas sobre las ruedas y lanzarnos al mar de barro limoso del camino de acceso, bien dispuestos (como estabamos) a recorrer confortablemente los 3.5 km que nos separaban de la centenaria casa que ocupamos ( no pongo poseemos, porque estoy firmemente convencido que la casa nos “posee” a nosotros desde hace 5 generaciones).


No imaginabamos, en ese fatídico momento, que las cosas no serían como pesábamos; ni siquiera parecidas.






Primero, colocar las cadenas me llevó mas de 40 minutos (he puesto infinidad de veces cadenas similares, con sorprendentes resultados en estos 13 años de vida campestre); bajo torrencial lluvia que venía del este, me pegaba en la cabeza, la musculosa (y bien torneada) espalda, y se me colaba por la espina dorsal (por entre los rubicundos rollitos de lo que alguna vez fuera mi cintura) y bajaba sorteando el cinturón y penetrando la bermuda por entre la parte baja de mi espalda, refrescándome regiones de mi humanidad que no osaré nombrar por pudor (mal entendido!) y por respeto a las señoras que leerán este pueril comentario.


Pero en verdad me mojé hasta los h…!






Cumplida la penosa tarea, subime cual intrépido piloto a la máquina barrera dispuesta a acelerar lo “nessário” (SI! EL lo dijo!) para navegar por el camino.


Hete aquí que a los 200 metros la cadena de la izquierda (cuando no estos zurditos irreverentes!) se soltó y salió de lugar.


Bajéme de nuevo a ponerla y volverme a empapar… agregándole el barro limoso que me embardunaba las manos, los pieses, la cara y mi bonita remera del mundial de waterpolo Australia 2008 que lucía con garbo… al menos hasta ese momento.


Luego de renegar 15 minutos, puede colocarla en su sitio y raudamente nos aventuramos tieyya adeeentro rumbo a nuestro, cada vez mas quimérico objetivo!


200 metros mas allá (o acá… ya no importa!) la bendita cadena izquierda (de nuevos los zurdos renegaus!) se volvió a salir! (la derecha ni “mu”! se sabe que las derechas son mas estables!)


Otros 15 minutos de lluvia y barro indecíbles y cadena recolocada!






Ahí, la nipona y garbosa pick up decidió comenzar a desobedecer mis briosas ordenes volantísticas y deslizarse raudamente hacia la cuneta derecha que nos atraía cual sirenas de un mar de fango.


Cesé en mi impertérrito devenir hacia adelnte, puse la marcha atrás (no muy frecuente en mi vida por variadas razones), rehice camino y apunté al medio del cenagoso camino.


Recuperé el rumbo deseado y cual barco en medio de la tormenta aceleré en 1ª velocidad otros 200 mts… en que la cadena de la izquierda volvió a soltarse.


No soy de “improperiar”, pero juro que ahí cedí y vituperé a la Madre Tierra y a toda su parentela por los malos tratos que nos brindaba.


Me bajé y chapaleando y chapoteando la volví a su sitio, ya perdidas las ojotas, la paciencia y la fé!






Otros 200 metros y la voluntad de la pick up fue mas fuerte que la mia, enfiló rumbo a la cuneta decididamente y no hubo Dios, voluntad humana, hado, destino o marcha atrás que la detuviera.


Asique con Juanito (autor del blog Memorias del hijo de un charlatán…y aprendiz de Mago también!) decidimos, abandonar a la terca chata japonesa a su suerte, cargar nuestros petates como mochilas, cubrirnos con una gran plástico que siempre llevo… y en patas (pues era imposible caminar con algo calzado en los pieses) desandar los 3 km que nos separaban de nuestra morada.






Al alejarnos del oriental vehículo, la vímos quedarse solita, terca y empacada en el barro. Parecía como esas viejas esperanzas, que no por incumplidas dejamos abandonadas por el camino de nuestras vidas.


El anochecer venía raudo por el oeste, el agua mojaba mas y el vientito se ponía casi helado a estas alturas de la odiséa.


Lejos estábamos de imaginar que los tres kilómetros de el tan conocido camino, nos brindaría tantas sorpresas recorriéndolo.






El fango englutía nuestros nobles pieses no menos de 5 centímetros, patinazos, manotones, gritos de sorpresa y auxilio. El plástico que nos cubría partía raudo impulsado por un viento mañero y sotreta, con tencidad digna de mejor causa nos lo volvíamos a poner sobre los bolsos-mochilas para que no se terminaran de mojar nuestras mas que humildes pertenencias.


Felizmente, es digno destacarlo, ni Juano… ni el que sucribe caímos por los trastabilleos y deslizamientos… pues ahí… nuestra dignidad de bípedos pensantes (¿) hubiera quedado demistificada!






A paso lento e inseguro avanzamos hacia la noche incipiente.


Que vení por acá, que estas muy lejos, o muy cerca, que no te apures tanto, que por acá no, que me mojo, que no me salpiqués…


Es sabido que el suelo de la pampa, y mas en el valle de los arroyos está compuesto de tierra muy fina y pequeñas piedritas llamadas “tosca”… pues a cada paso, las plantas de nuestros sensibles pieses eran “masajeados” por esa sutil mezcla…limo para lubricar y tosquitas para pincharnos hasta lo indecible.


A cada paso!


Era como si las injusticias del mundo nos atacaran cuales “niguáses”, hiriéndonos!


Y como si cada injusticia adquiriera una sofisticada forma de dolor… que revivíamos a cada paso, volviendo y volviendo; recordándonos que a pesar de todo, el mundo y la vida… tienen mas penas e injusticias.. que tosquitas el suelo pampeano!


El dolor se hizo intolerable, cuando este escriba debió cruzar el puente sobre el Arroyo del Medio con las patas destruídas y llenas de barro y tosca mezclados.


Escena que se repitió 1km después al cruzar las vias del ferrocarril… y sus piedras de puntas agudas… creí desfallecer… claro que Juanito me alentó diciéndome dulcemente: -vamos pa, que ya falta menos!






Y efectivamente ese fue el único consuelo… ya faltaba menos y añorabamos un buen baño caliente y una rica cena preparada por nuestro criado… es decir…YO!






Luego del puente y antes de las vias encontramos unos raquíticos pastos que moderaron nuestro “dolor plantar”, proveyéndonos de una colchoncito natural y mullido que nos ahorró las tosquitas planticidas.


Al pasar las vias y entrar a la calle principal del ex pueblo (Arroyo del Medio para los desmemoriados) solo 400 metros nos separaron de nuestra centenaria casona y las fuerzas revivieron y renacieron nuestras fortalezas y empujes…fue cuando Juano pronunció la frase que titula esta crónica: -Pa… esta es nuestra Odiséa!






Y así convertidos en Uliseses (porque éramos dos!) contemporáneos, intrépidos y navegantes en el fango pampeano, arrastrando las maldolidas patas y sin ningúna Penélope (oh! Dioses del Olimpo!) que nos esperara para abrazarnos al llegar, dimos los ultimos dos millones de pasos (al menos eso parecieron!) y pudimos llegar a la tranquera de la entrada de la casa.






El prolijo lavado de las patas, el indecible placer de pisar suelo firme, plano y sin tosquitas, el hermoso baño caliente que tomamos y la posterior cena, no me merecen mayor comentario. Al igual que a Juano se le contracturó la espalda y a mi la parte posterior de los muslos y la región la glutea… como si el cíclope Polifemo, aún privado de su vista hubiera acertado a ensartarme cual churrasco de croto!


Claro que las laceradas plantas de nuestros pieses, parecen sonreirnos agradecidas por el fin del suplicio odiséico!






Eso si… la próxima vez… me quedo en Rosario!!

ps: nosotros no somos importantes... lo importante son las historias que contamos y que vivimos!






Mi camino es la alegría, la armonía, la salud, la abundancia, la esperanza, la realización, la memória akáshika, la misión, la comprensión, el aprendizaje (la humildad, el respeto, el desapego y el perdón).

La sabiduría, la paz, la luz y por sobretodo el amor!

Me ilumino y asciendo con la Madre Tierra, al servicio del kosmos, del plan divino y de todos los que lo integramos

Jallalla hermanos!

I n laa ke ch!!

mandrake


1 comentario:

aguijon dijo...

Magos: el secreto del triunfo no consiste en no caer, sino en no permanecer caído.