jueves, 17 de septiembre de 2020

HISTORIAS DE TORTUGA CHUECA

 



Los “J”:


Ellos eran una familia que gobernó, alegró, controló y dominó el pueblo. Gente jóven en la época de su auge. Jóvenes e inteligentes, educados, muy activos con bastante cultura.

Venían de la época oscura de Tortuga, en la que, un grupo de iluminados controló y reprimió el pueblo con mano ferrea e hipercorrupta.


En Tortuga siempre hubo partidos tradicionales: Partido Revolucionario Conservador, el Partido Orden y Familia Libertaria, la Falange Trotskista Liberal y el Movimiento Acuerdista Por Todos.

Unos eran mas bien conservadores y otros mas bien revolucionarios, aunque todos tenian componentes acuerdistas.

Digo mas bien, porque en realidad nadie sabía nada, o muy poco de política, o había leído obras renombradas de nadie. La erudición apenas contaba con lecturas de algún manual muy antiguo, o panfletos de los anarquistas del grito de Alcorta o sobre la revoluciónes francesa, rusa y americana.


Los “J”, así los llamaron, fueron muy innovadores en sus postulados para cambiar la vida cotidiana del pueblito. Pertenecieron a una rama del Movimiento Acuerdista.

Siempre se creyeron que eran “revolucionarios” y pedían adehesiones como tales, en realidad, muchos sabíamos que eran apenas reformadores y conservadores en muchos casos.

Hoy día, creo que ellos también sabían de esta impostura.


Ambos, ella y él, como sus familias eran gente pudiente; pero en las épocas oscuras del pueblo civilmente hablando, habían tomado partido por los humildes y los pobres; claro que sin abjurar a sus cuantiosos bienes, fortunas personales y cargos públicos de los cuales vivieron muchos años.

Eran como muchos curas y dignatarios eclesiásticos, que se la pasan hablando de los pobres y sus duras condiciones de vida, y al mismo tiempo, y sin ningún cargo de conciencia o vergüenza, viven de los dineros del estado y de sus influencias en los sectores mas conservadores de las pequeñas sociedades que integran.


No obstante y lo mas curioso, es que la gente mas humilde del pueblo confiaba ciegamente en ellos, los apoyó para sacarlos del eterno ninguneo al que los sometían los mas poderosos. Y luego que fueron gobierno comunal, los siguieron, los votaron, los acompañaron y mas aún los adoraron y veneraron como a Perón y Evita en otras épocas… salvando las diferencias, claro.


Y ellos fueron grandes maquilladores. Si algo genial tuvieron fue poder vender cosas normales, banales y hasta de sentido común que cualquier consevador hubiera tomado para evitar una nueva explosión popular, como si fueran medidas justicieras y revolucionarias para la época.

Diciéndo que lo que hacían eran cambios inéditos e históricos… cuando en ralidad hacian bastante menos de lo que la gente mas humilde necesitaba para vivir con la dignidad que había tenido solo algunos y prósperos años atrás.


Lo curioso es que no prometían gran cosa, iban y hacían.

Acontece que la gente humilde del pueblito venía tan del fondo del pozo, que hasta un saludo y una palmada en la espalda, los volvía eternamente agradecidos. Y lo curioso es que este efecto “reparador”, luego de los pésimos gobiernos comunales, fue haciéndose ola y mucha gente de las clases medias comenzaron a adorarlos también y a seguirlos de forma casi fanática, mas aún que los pobres de la parte baja de Tortuga.


Los “J”, además de habiles “maquilladores” de la realidad, generaron por sobretodo una energía polarizadora en la sociedad de los 1200 habitantes en la época. Luego de sus dos primeros mandatos, o se estaba a favor, o se estaba en contra, así pasionalmente!

Solo una pequeña franja del pueblito iba y venía entre el odio y el amor exaltado.


El anterior gobernante había sido obligado a renunciar por la mobilización mas grande que conoció el pueblito cuando quiso apoderarse de los ahorros de todo el mundo, para pagar las deudas que los mas ricos le habían endosado a la Comuna. Tuvo como secretario de Hacienda a un caballo y así le fue, debió huir por la calle principal corrido a cascotazos y alpargatazos en unos días agobiantes de un diciembre particularmente caluroso.


Él fue electo casi de casualidad en su primer mandato, porque el primer candidato del Acuerdismo se bajó de la elección por muerte moral.

Llegó a la presidencia de la Comuna casi ignotamente y con muy poco apoyo popular, pero poco a poco y con inédita habilidad consiguió el apoyo que comentábamos.

Ordenó y sacó al Tortuga del marasmo en el cual se encontraba, ordenó las cuentas, cobró los impuestos atrasados a los mas pudientes y luego comenzaron las pequeñas obras.

En esa época fue famosa su frase a los poderosos del pueblito: no se fijen en lo que digo, sino en lo que hago.


Y así fue, junto con conseguir el apoyo de los humildes y desposeídos del pueblo, nunca los ricos hiceron tan buenos negocios y fueron tan bien tratados en lo económico. Recibieron subsidios, que venían de la provincia, con los que incrementaron sus negocios pagando apenas migajas a los mas pobres, pero que venían tan de no tener trabajo y vivir marginalizados, que J fue sacralizado.


Como la ley comunal de Tortuga solo permite una reelección, él concibió un sistema de alternancia con su esposa.

Ella era muy hábil, educada, inteligente y bastante bonita; aunque su egolatría, pedantería y soberbia eran legendarias en Tortuga.

Ese hecho, el de pasarse el día hablando y autoelogiándose, curiosamente la llevó a ser idolatrada por muchas personas que la veían como una mujer providencial.

Muchos decían que él era el que gobernaba en las sombras, pero otros (como siempre) sabían que era una sociedad sólida e inquebrantable entre los dos.


Su mandato de ella, fue muy bueno, el comercio y la produccion florecieron. La gente mas pobre vivía mejor, tenía trabajo y podía comer bien y mandar a los chicos a la escuela, los pibes ya no tenían que trabajar para parar la olla.


Pero lo que nadie percibía era que los ricos vivían cada vez mejor y ganaban cada vez mas dinero, sus fortunas se incrementaban notablemente.

A tal punto que los “J” hiceron un pacto de hecho con ellos.

Los ricos los atacarían como a los peores enemigos, fingiéndo peleas, diferencias y desacuerdos, que en realidad no tenían. A tal punto fue, que algunos ricos se la creyeron y empezaron a enfrentarse seriamente con los que les llenaban los bolsillos, pero siempre en un marco que no exediera el pacto tácito.

Y así fue pasando el tiempo.


Cuando ella estaba por cumplir su mandato y ser sucedida nuevamente por él. la vida y sus hechos impensados, metieron la cola y la mano en esta pieza teatral sorpresivamente él murió de un infarto.

A partir de ese momento el aparato cumunal comenzó a trabajar para formar dos mitos.

El de él como un líder inigualable, bueno, justo, generoso, clarividente y reinventador de la politica…

Y el de ella como una mujer sensible (que tal vez lo fuera), de gran formación política (que no tenía), inspirada desde el mas allá por él, y de decisiones férreas para mantener el rumbo del barquito del pueblo en la buena dirección a pesar de las tormentas que debió enfrentar.


La vida se había encargado de desarmar y desmontar un aceitado mecanismo de relojería que les había llevado mucho tiempo armar.


Los años pasaron y en el pequeño puebo del Pago de los Arroyos, aún siguen (y seguirán) las discusiones y peleas por saber si los “J” fueron lo que dijeron que eran, hiceron lo que se dice que hicieron y si fueron los refundadores del pueblito.


Ella ya sola y no muy bien acompañada acabó perdiendo las elecciones con un gilito, venido de Buenoseire, hijo de truchos millonarios lavadores de oscuros capitales italianos y difrazados de empresarios.

Por su vacuidad y estilo de repartir globos amarillos a troche y moche, acabo ganandose el mote de “ Cabeza de globo amarillo o Globerto”, pero ese es otro capitulo de estos relatos.


Solo una cosa resultó probada, que los sectores mas postergados del pueblo, aunque tuvieron a partir del gobierno “J” menos de lo que tenían 20 años antes y que los ricos tenían mas, todos quedaron contentos y satisfechos, con lo que podemos concluir que ellos fueron grandes políticos y gobernantes de nuestro querido poblado, pues el que consigue (a pesar de las divisiones, peleas y discusiones) la felicidad de todo el pueblo, debe ser respetado para siempre!


Gloria y loor para los “J” cuyos monumentos ornan, hoy día, la plaza principal de Tortuga Chueca, con una placa alegórica que sentencia: ROBARON PERO HICIERON!!


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