SECUESTRO
Buenos
Aires 7 y 11/05/94
Son
las 6 y media de la tarde, es invierno.
El
atardecer es hermoso, hace mucho frío.
La
Asamblea aun discute en la canchita de futbol del barrio de Villa
Constitución.
Llegan
de pronto, los avisos planeados no funcionan, los miguelitos no
pincharon las gomas de los carros de asalto.
Son
cientos de milicos de la policia federal, provincial y gendarmeria.
Nos
cercan. Cruzamos miradas de estupor.
Bajan
de los carros y autos.
Nos
cercan, nos dividen en grupos de mas o menos 60.
Suben
a todos en ómnibus escolares.
A
tres con pinta de activistas estudiantiles, nos separan y nos meten
en un Torino rojo, con techo negro, con una patente tan vieja, que si
no fuera trágico, nos daría risa con solo verla.
Cierran
las puertas.
Van
dos adelante, uno atrás con nosotros tres.
Nos
dicen que bajemos la cabeza y nos pegan culatazos con las pistolas.
Después
de andar casi media hora por la ciudad y la ruta, paran en medio del
campo y nos bajan a golpes y empujones.
Nos
atan las manos atrás de la espalda.
Abren
el baúl y sacan unos trapos rejillas inmundos, húmedos, con los que
nos vendan los ojos.
Nos
hacen pasar un alambrado y entramos a un campo.
Mirándonos
a la cara, el oficial a cargo se identifica: - soy el oficial
Avellaneda y quiero que sepan que cumplo ordenes, recuérdenlo bien!
El
es un tipo chiquito, magro, de ojos saltones.
Los
otros dos gordos grandotes de bigotito policial.
Yo
se quien es él.
Es
un oficial de la “provincial”, que ha sido acusado bajo la
Dictadura de Lanusse de haber secuestrado, torturado y asesinado al
compañero estudiante Brandazza.
Y
no puedo dejar de preguntarme: como el gobierno provincial, que no
simpatiza con el nacional, puede autorizar un secuestro asi?
El
sol se ha puesto, las últimas luces enrojecen las nubes en ese
atardecer hermoso de campo.
Deliberan
en voz baja, de pronto nos encaran y nos gritan: -corran zurdos hijos
de puta!
Esitamos,
pero ninguno de los tres se mueve.
Yo
les digo, sorprendentemente calmo -que no, que no vamos a correr, que
si nos van matar que lo hagan ahí y ahora.
Montan
las armas.
Recuerdo
que 5 dias antes han sido secuestrados 3 compañeros del PST y que
aparecieron asesinados en La Plata.
Me
pregunto en esos instantes eternos que marcaran toda mi vida futura,
si esto será mi muerte.
Si
moriré a los 22 años.
Me
da muchísima bronca morir así, que me maten esos “lumpenes”,
estoy furioso por la circunstancia, no por el hecho de morir.
Me
parece que morir, ahí, así, es parte de la militancia que elegí.
No
tengo miedo, si bronca.
Conservo
toda mi lucidez.
Como
se sentirán los tiros?, doldrán?, como será la agonía?.
Mi
viejo me estará esperando “del otro lado”?
Uno
de los compañeros se quiebra y empieza a llorar, nos tiran a los
pies con sus pistolas.
Los
tiros suenan a maderas que se parten, por esas cosas que tiene la
vida saltamos pero no corremos.
Nos
putean y golpean como 15 minutos.
Caemos
al piso, sobre los yuyos del campo.
Nos
suben de nuevo al Torino de patente trucha, retomamos la ruta.
A
partir de ahí recorreremos dependencias policiales, algun tipo de
fabrica muy grande con vigilancia y seguridad propia, con barreras y
alambrados.
Voy
prestando atención al recorrido, transpirando mares a pesar del
frio, pensando que tal vez podamos sobrevivir.
Siempre
y turnándonos vamos 2 en el baul y uno en el asiento trasero con uno
de ellos.
Es
el 11 de mayo de 1975, estamos en la zona industrial sur cercana a
Rosario, Villa Constitucion, hay un conflicto sindical y político
muy importante, el gobierno constitucional de Isabel Peron y Lopez
Rega, ha denunciado un complot de la guerrilla fabril contra el
estado. Ha recibido el apoyo del lider radical, el “chino”
Balbín.
Será
el ultimo gran conflicto que las direcciones de izquierda clasista
llevarán adelante en el pais, antes de la dictadura militar del 76.
Estamos
todos, algunos de afuera otros dirigiendo el conflicto o con
delegados en las Comisiones Internas de las distintas fábricas
involucradas (metalúrgicas y siderúrgicas del polo industrial).
La
dirección clasista de la UOM Villa: Piccinini, Paulon y muchos
otros, los “tosquistas”, el PRT, Poder Obrero, Vanguardia
Comunista, el PCR, los Montos, Política Obrera, el PST, los centros
de estudiantes de Rosario, la FUR, etc.
Mi
mente trabaja a una velocidad increíble.
Pienso,
cuando vamos en el auto, abrir la puerta y tirarme a la ruta, pienso
en salir corriendo, pienso en hacerme matar.
Pero
algo que siento dentro de mi me dice que espere.
Tengo
los ojos vendados y las manos atadas por detrás.
Durante
la noche nos llevan a lugares donde por el olor y los ruidos,
sentimos que se come asado, se escuchan voces, risas de mujeres y
niños, música.
Cada
tanto, cuando nos rotan de lugares en el auto, nos golpean con saña
y no solo ellos, sino otros que piden poder hacerlo.
Ya
de madrugada, nos llevan a una dependencia policial con patio, ahí
nos paran en su centro, nos tapan con una lona, nos atan a los tres
juntos.
Los
tres somos militantes: yo trosko, uno “chino” y un pibe Monto.
Llueve
sobre nosotros.
Por
el silencio y los cuchicheos, es evidente que hay mas gente
mirándonos.
Somos,
o seremos un escarmiento para todos.
Por
momentos, por debajo de la venda y la lona, veo el piso y la luz.
A
la madrugada nos suben a un ómnibus.
Nos
llevan al fondo, luego suben muchas mas personas.
Comprendemos
que son los compañeros detenidos en la asamblea la tarde anterior.
Como
no hay milicos atrás, y a pesar de seguir vendados y tapados por la
lona, pasamos nuestros nombres y apellidos y la organización a la
cual hay que avisar.
Viajamos
mas o menos, una hora.
Toda
la gente baja en un lugar donde el ómnibus entra marche atras, se ve
que es muy estrecho por las maniobras.
Cuando
el ómnibus está vacío, bajamos nosotros.
Nos
separan a los tres y me llevan a un calabozo muy pequeño, sigo
vendado y atado de manos.
El
calabozo no tiene mas de 1,50 x 1,50 m, es húmedo y esta a oscuras,
tiene un banco de cemento adonde me hacen sentar a los empujones, me
pegan varias trompadas en la espalda y el vientre, y un ultimo
culatazo que me abre un tajo en la cabeza que empieza a sangrar.
Escuchamos
una violenta discusión entre un oficial, que se identifica como de
la policia provincial de Santa Fe y alguien que le dice que es de la
policia federal.
Se
gritan e insultan por varios minutos, se amenazan mutuamente, escucho
ruido de montar armas, pero al fin el federal impone su orden y nos
hace quedar ahí, y los echa de la dependencia.
El
oficial de la provincia y sus hombres se retiran, pero dice que va a
venir a buscarnos para hacer lo que le han ordenado hacer.
Yo
estoy integramente empapado en sudor, no he tomado agua, ni ido al
baño desde la tarde anterior, me estoy orinando.
La
sangre, tibia me corre por la cara y empapa la venda de los ojos.
Se
prende la luz, se abre violentamente la puerta del calabozo, me
golpea en las piernas, un hombre muy grandote, me levanta en vilo, me
grita que me pare, ordena que me desaten las manos, y me saquen la
venda.
Enceguecido
no veo nada.
Su
vozarron grita que venga un médico.
El
medico me limpia la sangre, me mira el tajo en la cabeza, me revisa
y dice que estoy bien.
Me
traen agua, pido para ir al baño y me dicen que si soy tan guapito
para irme a meter en la boca del lobo, que me las aguante y que si me
llego a orinar allí me van a hacer limpiar el calabozo con la
lengua, y agregan el consabido: zurdos de mierda!
A
pesar de que el calabozo solo tiene una ventilación, por los ruidos
percibo que estoy en una ciudad, en una comisaria y que afuera hay
mucha gente, como si fuera en un patio y que estan desayunando.
Se
que es de mañana temprano del 12 de mayo y que estamos en alguna
Delegación de la Policia Federal, presumo que de Rosario.
Al
rato se abre la puerta, entra un persona con uniforme de fajina, es
un oficial.
Alto,
muy alto.
Me
pregunta si me han torturado, le digo que no.
Que
nos han golpeado toda la noche y que nos han secuestrado en Villa.
Me
pide mi nombre, mi numero de documento y se va.
Al
rato vuelve, me hace parar, se abre la puerta y aparece un hombre
alto, gordo, de bigotito renegrido, cara redonda, bastante agitado y
nervioso, me dice: - vos acá!
Se
quien es.
Hace
mucho que no lo veo, pero me ha tenido en sus rodillas desde los 6
años.
He
dormido infinidad de veces en su casa, conozco a su familia desde
niño.
A
su mujer, a sus hijos, al tio P.
El
conoce mi familia y a mi tio, juez tambien de la Camara de Rosario.
Es
el padre de un gran amigo de la escuela primaria.
El
juez federal de Rosario.
Me
hace salir llevándome a un despacho, me hace sentar y me pide le
cuente pormenorizadamente todo lo ocurrido desde la noche anterior,
pero observo que nadie toma nota de nada.
Yo
declaro ser dirigente del Centro de Estudiantes de Medicina y haber
ido a la Asamblea para llevar fondos recolectados para sostener el
Fondo de Huelga (lo cual es rigurosamente cierto).
No
declaro mi condicion de militante político de una organización.
Recien
entonces vuelvo a pedir ir al baño y me llevan.
He
pasado mas de 14 horas sin orinar, esa meada me sabe a gloria!
Cuando
menciono y denuncio el secuestro y al oficial Avellaneda, el juez
mira al oficial de la federal y hacen caras.
El
juez, padre de mi amigo de infancia, me dice que me he metido en un
situación muy difícil, que he salvado la vida de casualidad.
Que
legalmente he violado el estado de sitio y que debe ponerme, junto a
todos los demás, a disposición de las autoridades del gobierno
nacional y que vamos a ser trasladados al penal de Coronda.
Esa
declaración, paradójicamente me pone feliz.
De
estar muerto a un costado de la ruta, a ir preso bajo la autoridad de
un juez federal en la carcel de Coronda, hay una gran diferencia.
Vivir
o morir.
Insólitamente
el juez se para, viene hacia mi, yo me paro y el me abraza con
sentimiento.
Me
dice casi con un susurro: - porque te metiste en esto, Mario!
Yo
le digo que así es la vida.
La
pregunto si puede avisar a alguien, que en mi casa (lease partido)
deben estar muy preocupados.
Me
dice que no puede ahora y que esa misma tarde se avisara formalmente
a mi familia.
Me
pregunta si he comido, me río.
Ordena
darme de comer y que se me reúna con los otros detenidos.
Me
llevan al patio cubierto, grande y con un gran vitreaux.
Hay
mucha gente, calculo unas 200 personas o mas.
Se
produce un silencio y luego una especie de pequeña ovacion, soy el
primero de los tres que es “blanqueado”, vienen a palmearme la
espalda.
Noto
por las caras que debo estar bastante golpeado y marcado en la cara
porque me dicen que me voy a poner bien.
Me
dan una taza de mate cocido y un pebete de jamon y queso.
Ese
mate cocido es el mas rico que tome en mi vida, amargo y dulce a la
vez, pido mas.
La
proxima taza me la trae M., una compañera de militancia detenida en
la Federal de Rosario a disposición del PEN (poder ejecutivo
nacional), nos comemos con los ojos, pero apenas nos saludamos para
no “deschavar” pertenencias políticas.
Me
dice: -tranquilo, ya estas “abierto” te llevan a Coronda.
Aun
estoy mojado por el sudor de toda la noche, tengo frio a pesar de la
campera y el pullover de lana.
Me
siento con un olor corporal muy especial que no es a “chivo”, muy
animal, fuerte agresivo, acre.
Pido
permiso a los compañeros para sentarme en un banco.
Me
acomodo, me tiran una campera encima y me quedo dormido, varias
horas.
Por
lo menos estoy vivo!
Cuando
me despierto, estoy en medio de un grupo de militantes que discuten
la situación en que estamos.
Reconozco
a varios delegados y algunos miembros de la Comision Directiva de la
UOM (Union Obrera Metalurgica)
Muchos
me concen y me piden cuente lo que pasó.
Me
dicen que mucha gente, abogados, familiares, diputados provinciales
han sido informados y han logrado que el gobierno provincial exija
que se nos libere a todos.
Ahí
me entero que somos como 200 los detenidos.
Al
rato llegan los abogados de la UOM de Villa, se reúnen con los
Delegados, luego con el juez.
A
las 3 de la tarde nos informan que van a liberar a todos menos a los
tres secuestrados, para quien se ha pedido ponernos a “disposición
del PEN”, dentro de lo vertiginoso de la situación, me parece
lógico y aceptable.
Pero
a los 15 minutos, nos dicen que nos vamos todos.
A
partir de las 17 horas llegan ómnibus fletados por la UOM de Villa y
empiezan a salir los compañeros obreros de allá.
El
oficial grandote, de quien nunca sabré el nombre, me lleva aparte y
me dice: - cuidado vos, que te estan esperando afuera para hacer lo
que ayer no pudieron
Y
me da un inesperado consejo: -cuidate pibe!
Pido
entonces salir en un ómnibus que no sea el último, antes que sea de
noche y que me dejen bajar de improviso donde yo les diga.
Los
compañeros de la UOM me dicen que no me pueden proteger ahí, pero
que vaya a Villa que alli si se haran cargo de mi.
Insisto
y me dicen que si.
A
eso de las 17 horas salimos, yo agachado entre unos 60 compañeros
que me ocultan y protegen, en la esquina de 3 de Febrero y Alem veo
al pasar el Torino rojo con Avellaneda y sus hombres en la esquina.
A
las 20 cuadras, me largo del bondi, me subo a un “6”, y me bajo y
me subo de varios ómnibus para despistar cualquier seguimiento.
Ya
seguro de no ser seguido, voy a una casa “cerrada” del partido,
toco timbre y me abre B.
Me
abraza diciendo me: -estas vivo!
Si!,
le digo.
Mi
secuestro por miembros de las fuerzas policiales de Santa Fe, bajo un
gobierno constitucional, ha terminado.
No
así la persecución, como a tantos otros.
Ese
mismo juez, quien me tuvo en sus rodillas de niño, me procesó por
las leyes del Camaron (leyes autoritarias de otra dictadura militar), luego de un allanamiento ilegal practicado en
mi casa (sin orden suya) por el ejercito en diciembre del 75, aun
gobierno constitucional de Isabel y detuvo a un amigo, quien paso 7
años preso a disposición del PEN, en una causa abierta por él
mismo.
Post data.
En
el año 97 pude tener acceso a ella, leerla, mirarla, hojearla.
Es
tan vacia, como debe haber sido la conciencia de ese pobre hombre...
señor Juez, librando una orden de captura en mi contra, que me llevó
a esconderme por 10 meses y a deber dejar el pais, condenándome a un
exilio de 7 años, 4 meses y 11 dias.
Nunca
me sobreseyó, nunca nada, solo una condena virtual a desaparecer o
morir...señor juez!
Luego,
muchos años despues, pude saber que en esas horas aprendi a no tener
miedo fisico NUNCA MAS.