lunes, 19 de enero de 2009

Y la Ecología?...bien gracias!

Hace unos días recibí una declaración del GRR-Grupo de Reflexion Rural, el grupo mas prestigioso de la Argentina sobre: produccion agricola, defensa del medio ambiente, de la sobreania alimentaria y produccion sin agrotoxicos (sin agotar sus motivaciones).
Es por eso que deseo que la lean y sobretodo que la piensen, pues va en el sentido de las ideas que expongo en este blog:


LA SOJA ES Y SERÁ SIEMPRE INSUSTENTABLE,
IRRESPONSABLE Y GENOCIDA


Las deudas externas que agobiaban a nuestros países en los años ochenta, fueron la
consecuencia de una alianza siniestra entre las dictaduras nativas de los años anteriores
y los banqueros y financistas internacionales. Esas deudas y la necesidad de conseguir
divisas para pagar sus intereses, fueron la razón por la cuál los gobiernos de la
democracia, aceptaron el rol de países productores de commodities que les impusieron
las nuevas normas del comercio internacional. En ese esquema de dominio que
conocemos como Globalización, a la Argentina le correspondió producir forrajes para
los países de Europa. Dejamos de producir alimentos sanos y abundantes para nuestra
propia población. Dejamos de ser la granja del mundo para convertirnos en una
Republica forrajera productora de Soja para forrajes.

La aprobación de las Sojas resistentes al herbicida Roundup de Monsanto en el año 1996, aceleró el proceso de especialización del campo argentino y profundizó un modelo de agro exportación que expresaba una nueva relación neocolonial, pero ahora con las Corporaciones
transnacionales. Las hambrunas que siguieron a la crisis del año 2001 fueron también la
consecuencia del nuevo modelo de país productor de forrajes. Una buena parte de la
población cayó en la mayor de las indigencias y muchos de ellos, empujados por el
hambre, tuvieron que alimentarse con la misma Soya transgénica que se exportaba a
Europa y a China para alimentar a cerdos y aves de corral. El precio que ha pagado la
Argentina y su pueblo al proceso de la Globalización, ha sido desmesurado. Más de
diecinueve millones de hectáreas ocupa actualmente el desierto verde de la Soja,
cuando los precios de las commodities se desmoronan en los mercados y el futuro se
torna amenazante, ya que no tan solo nuestra economía sino también una enorme
población de desocupados, en gran medida provenientes de la agricultura, dependen de
los dineros que la Soja le deja al Estado como derechos de exportación.

Lamentablemente el modelo instalado de la agricultura industrial no hace sino
profundizarse. Ahora el territorio se destinará a producir forrajes y harinas para piensos,
pero también combustibles para los inyectores de los automóviles europeos. A lo largo
de los grandes ríos por donde se marchan los nutrientes, el fósforo y la materia orgánica
de los suelos argentinos, las empresas internacionales levantan puertos privados y en
ellos construyen las nuevas refinerías para transformar la Soja, el maíz y la caña de
azúcar en biocombustibles. Las consecuencias de este modelo de país monoproductor de
forrajes, aceites y ahora agrocombustibles, no son solamente el hambre y la miseria, los
agroecosistemas devastados, la deforestación masiva para ganar espacios a los nuevos
cultivos, el despoblamiento del campo y el creciente hacinamiento de la población
desplazada a las grandes ciudades. Existen otros impactos que han sido acallados por
los grandes medios, pero que ya no pueden continuar invisibilizados.

Los agrotóxicos que acompañan a las semillas transgénicas de la empresa Monsanto, están produciendo un verdadero genocidio sobre las localidades fumigadas. En las poblaciones próximas a los cultivos, el cáncer es una epidemia, la cantidad de niños nacidos con
malformaciones y los discapacitados, resultan incontables. Mientras tanto, las empresas
ligadas a la producción y exportación de Soja, han insistido en enmascarar sus
crímenes, y han conseguido la complicidad, de importantes ONG ambientalistas
internacionales, para realizar operaciones de maquillaje verde. Una y otra vez han
insistido en buscar modos para que su Soya se haga aceptable a la conciencia crítica o
culposa de los consumidores europeos. Complicadas maniobras de certificación,
permitieron imaginar que los consumos serían éticamente aceptables. Se sucedieron las
fantasías de soyas sustentables, de soyas responsables, de soyas que garantizaban la no
deforestación, etc.

Máscaras verdes destinadas a encubrir un intercambio comercial que
se ha transformado en el fundamento del Capitalismo global, y que en Europa y lejano
oriente significa Bioindustrias para la producción masiva de carnes en encierro a escalas
cada vez mayores, y consumo chatarra para los seres humanos. Durante los últimos
doce años, hemos debatido estos temas con nuestros amigos europeos, con los
ecologistas, con la izquierda y también, con los veganos. Hemos hecho esfuerzos para
persuadirlos de que, no demonizábamos a la soya. Hemos insistido en que, se trataba de
desmontar un modelo que nos colonizaba, que modificaba la vida y el consumo
europeo, y que hubiese bastado establecer en Europa, las propias producciones de
forrajes en cada país, o aprobar una moratoria para los cortes en las naftas, para que la
explotación de los países condenados a la Soja se hiciera inviable y pudiésemos
reestablecer la propia seguridad alimentaria a la vez que recuperar niveles aceptables de
salud ambiental.

Sin embargo, y a pesar de nuestras campañas, las Corporaciones y sus
sirvientes en el campo de las consultoras ambientales y de las ONG cómplices de las
empresas, continúan insistiendo en encubrir sus negocios con discursos verdes. Es por
ello que, una vez más, decimos que la Soya es un crimen, que su producción y su
comercio internacional significan innumerables muertes en nuestros países, que
significan abortos incontables, niños con malformaciones, despoblamiento del campo,
hambre y miserias inenarrables. No existen máscaras verdes aceptables en el comercio
criminal de la Soya y de los Biocombustibles. La actual debacle internacional de las
bolsas, de los bancos y de los mercados, debería hacernos reflexionar sobre la necesidad
de generar un mundo diferente, en que las relaciones entre los países no esté fundada en
la especialización, y menos aún en que unos países sean obligados a proveer a otros de
sus materias primas y de los mejores recursos de sus bienes comunes.

GRR Grupo de Reflexión Rural
Buenos Aires Argentina, 9 de Diciembre 2008

Mandrake952

No hay comentarios.: